Garantes de la bandera blanca, ¿por qué?


CRÍTICA | Debería, desde que lo supimos (o al menos ahora que lo sabemos), darnos vergüenza ser partícipes de semejante negocio desregulado y criminal, síntoma de una sociedad enferma más preocupada por creerse feliz que de no hacerlo a costa del sufrimiento ajeno. No tenemos derecho a ello; es más, tenemos el deber de evitarlo. No podemos buscar la preciada libertad si no hemos entendido que, sin responsabilidad, es injusta en una sociedad tremendamente desigual. Claro, que para algunos, "no existe tal cosa"; solo "el individuo y la familia".

Muchos de nosotros seríamos incapaces de comer, vestir o jugar si hubiéramos presenciado la forma en que todo llega hasta nuestras manos. El problema es tal que, sabiéndolo (pero sin haberlo visto más que a través de distorsionados altavoces), preferimos obviar, dejarnos seducir por aquellos que bien saben lo que hacen y porqué. A nadie parece importarnos las consecuencias. A nadie lo suficiente.

Garantes de la bandera blanca, ¿por qué?.

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